Pan de masa madre


Después de semanas de misteriosos susurros, fermentaciones secretas y una paciencia digna de un monje tibetano, la alquimia ha obrado su magia!

He de confesar que durante la pandemia seguí el reto cucharita de Iban Yarza, que aunque yo continuaba desplazándome a Madrid para trabajar por las noches, el resto de mi tiempo libre lo dedicaba a la cocina y a hacer ejercicio en casa pero me uní a dicho reto con la esperanza de poder ser parte también de las hordas de panarras que por aquel entonces, emergieron.

Y aunque lo intenté dos veces, no resultó y me di por vencida y hasta le cogí cierta tirria, me convencí que esto no era para mí pero post pandemia hice un curso online pensando que le iba a dar otra oportunidad y aunque si que me salió algo, el pan que surgió no era del todo adecuado, le saqué mil defectos y abandoné otra vez.




Y como dicen que a la tercera va la vencida, ha sido esta vez con el reto ELSA (El lunes se amasa) y gracias a @luismf_vilches que para este lunes nos propuso hacer un pan de masa madre y como no me gusta fallar a esta cita, me puse manos a la obra (o  a la harina y el agua) y me dedicado unas semanas a leer una cantidad considerable de blogs, a visualizar una ristra de videos de YouTube y hasta he tomado notas en un cuaderno de las stories de Dannys de @dehappydough sobre como hacer masa madre y ahora si que puedo decir que después de estos años, he conseguido hacer una masa madre a la que ahora cuido y que además, he conseguido hacer un pan más que decente, que por supuesto admite críticas pero mi felicidad y ánimo respecto al mundo panarra, se ha acrecentado.




Y es que crear mi propia masa madre ha sido una experiencia fascinante, casi mística. Al principio, solo era harina y agua, dos elementos humildes que, con el paso de los días y una pizca de mi atención constante, comenzaron una transformación asombrosa. Observar cómo esas burbujas tímidas emergían, cómo el aroma sutilmente ácido se intensificaba, era como presenciar el nacimiento de una pequeña criatura viva. Me sentía como una alquimista medieval, custodiando mi pócima en un tarro de cristal, alimentándola con rituales diarios de harina y agua, esperando la transmutación!

Entender el proceso de fermentación ha sido como descifrar un lenguaje secreto de la naturaleza. Es un baile invisible de microorganismos trabajando en silencio, transformando azúcares en burbujas de vida y desarrollando sabores complejos y profundos. Cada día era una nueva sorpresa: cómo olería hoy?, Cuántas burbujas nuevas habrían aparecido? Era como tener un pequeño laboratorio en mi cocina!



Y entonces llegó el día. El día en que mi masa madre, ya burbujeante y activa, estuvo lista para su gran misión. Mezclarla con más harina, agua y sal fue como unir los elementos finales para un hechizo poderoso. 

El aroma que inundó mi cocina mientras el pan se horneaba fue la confirmación de que la alquimia había tenido éxito. 

Y el resultado…un pan con una corteza crujiente, una miga alveolada que ya he criticado hasta la saciedad aunque tierna y con un sabor que tiene alma propia! Un ligero toque ácido, una profundidad de sabor que solo la fermentación lenta puede otorgar. 



Este primer pan no es el final del viaje, sino el principio de una nueva y emocionante aventura. Ahora entiendo la fascinación que rodea a la masa madre, esa conexión profunda con los ingredientes y los procesos naturales. Me siento como una alquimista moderna, lista para seguir experimentando, descubriendo nuevos sabores y texturas, y compartiendo con vosotros cada paso de este delicioso camino.

Si alguna vez habéis sentido curiosidad por la masa madre, os animo a que os atreváis! Puede parecer un poco intimidante al principio, igual erráis como yo, pero la recompensa al final de hornear tu propio pan, con una levadura creada y cuidada por tus propias manos, es sencillamente mágica.

La receta que he seguido es de Dannys a la cual tengo que agradecer su acompañamiento en todo este fascinante camino.




Pan de masa madre

Ingredientes:

  • 500 g de harina panadera
  • 325 g de agua
  • 100 g de masa madre activa
  • 10 g de sal

Elaboración:

1.- Mezclar la harina y parte del agua (280 g) y dejar reposar 15 minutos

2.- Añadir la masa madre con un poco de agua, integrar y dejar reposar 15 minutos

3.- Agregar la sal con el resto del agua, amasar y dejar reposar 45 minutos

4.- Tanda de pliegues: 2 tandas con reposo de 1 hora 

5.- Bolear suavemente sobre la encimera y dejar reposar 15 minutos

6.- Formar generando tensión en la superficie de la hogaza, llevar a un baneton y llevar a la nevera entre 12 y 18 horas

7.- Precalentar el horno a 250º con la cocotte dentro unos 20 minutos

8.- Sacar el pan de la nevera, greñar y meter dentro de la cazuela espolvoreada con harina. Tapar y hornear 30 minutos a 200º

9.- Abrir el horno, quitar la tapa y dejar otros 20 minutos mas

10.- Sacar la olla del horno y dejar el pan sobre una rejilla para que enfríe

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